El viernes 16 de agosto tuve el placer de contar cuentos en la pequeña biblioteca de Nueva de Llanes, en Asturias (y sí, la playa de la foto está a dos kms). Para mí fue una sesión muy especial (y no sólo porque tuviera entre el público a gran parte de mi familia robando protagonismo en varios sentidos).


La sesión elegida fue "Bichos y demás parientes", mi sesión de cuentos de animales. Es mi sesión "todoterreno", pensada especialmente para adaptarse a cualquier público infantil: pequeñitos, más mayores, movidos, tranquilos... Se puede hacer más larga, más corta, más intensa o más suave según haga falta. Y es todoterreno porque la única condición para que un cuento pueda entrar en ella es que aparezca algún animal. Fácil ¿eh? así, según veo al público, según avanza la contada, puedo cambiar.


En esta ocasión cayeron finalmente "El pez arcoiris" (puedes escucharlo leído aquí), "La bruja Brunilda" (aquí el post con el audio del cuento leído) y "La ovejita que vino a cenar" (en este post). Y de postre, mi libro comodín: "Erase una vez" (os lo presento otro día... es genial). No me atreví con "En busca del beso" porque, como ya conté en su momento, la versión que cuento es la de mi hermano Miguelo, que ha customizado el cuento para que aparezcan varios miembros de la familia... todos entre el público (qué cosas; algún día escribiré sobre ese momento en la trayectoria del narrador en el que deja de darte vergüenza que te vea la familia).

La sesión comenzó puntual... desbaratando así mis previsiones de que viernes de agosto a las 7 de la tarde de un día de playa probablemente a la hora iba a estar la narradora y su clá personal. Pero no. Todos puntuales como clavos. Unos 20 niños y sus familias (no está mal para ser día de playa y de fiesta grande en Llanes, chorripicientos gaiteros recorriendo las calles).

Fue una contada de esas... trabajosas (de esas que sientes como que vas atravesando un viento muy fuerte, y tu luchas contra el viento, y te cansas, y...). El espacio, una sala vacía que la Casa de Cultura utiliza para diferentes eventos, ofrece unas condiciones, como diría yo... algo dificilillas. 

La sala, como podéis ver en la foto, no es que arrope estéticamente al narrador. Además está situada encima de la cafetería del centro y los ruidos son una tortura: moler el café, encender la cafetera, llamar a voces para que te atiendan... Y hace un calor...

Además, la familia es un arma de doble filo: están de tu parte, pero se toman unas confianzas... Te toman el pelo, salen al escenario a sacar fotos del público, se enfurruñan cuando no les haces caso... Vamos, que si uno es capaz de contar con un público que incluye abuelos, tíos, primos e incluso hijos propios, es que es un profesional.

De modo que entre el ruido y el calor el pobre público lo tenía algo difícil... ¡Pero funcionó! De allí no se movió nadie (bueeeeno, vale, un par de bebés) hasta que conté los cuatro cuentos previstos. Bueno, como suelo explicar al principio de las contadas, tres cuentos y algo de reserva: ese "algo" es un cuento si la cosa fluye o un juego si les veo cansados (tirar cohetes, comernos una sandía... esas cosillas de animación).

Y para terminar, una mención especial a Estrella, la bibliotecaria de Nueva, una gran persona y una profesional como la copa de un pino capaz de llevar ella sola (¡con muy pocos recursos!) toda la gestión cultural del municipio (incluido el día a día de la biblioteca) sin perder su enorme sonrisa y su espectacular buen humor. Son los profesionales como ella los que están sacando adelante el país, sí señor.

Moraleja: el año que viene vuelvo, que me lo pasé pipa. Luego es muy gracioso encontrarte a los niños por el pueblo. ¡Qué majos son!!